Es curioso como ante un mismo escenario, observamos aspectos completamente distintos. No me refiero a ver una misma situación desde distintas perspectivas y sacar diferentes conclusiones como, por ejemplo, ante una pelea en la calle que podemos decantarnos a dar la razón a una u otra persona según desde dónde hayamos visto el altercado o la impresión que nos den por su aspecto.

Hablo de algo distinto. Podemos encontrarnos en un lugar público y prestar atención a aquello que, en ese momento de nuestra vida, nos “toca”, algo que deseamos, que anhelamos, o algo que hemos vivido y nos ha marcado. Por ejemplo, imaginad un grupo de amigos que están tomando café en una terraza. Si les preguntáramos por separado qué es lo primero en lo que se han fijado podríamos fantasear con estas respuestas:

• “Una mujer con su bebé en el carrito, que pasan por la acera de enfrente.”
• “La pareja de la mesa de al lado, que se miran sonrientes y embelesados.”
• “Las cervezas que están bebiendo los de enfrente y son las 10 de la mañana.”
• “La música que está sonando en el coche que está aparcando aquí al lado.”       
• “El pelazo que tiene el camarero.”

Si fuéramos un poco más allá y pudiéramos detenernos en indagar el motivo por el cual han observado esas cosas en concreto, quizá entenderíamos el porqué han puesto el foco ahí y no en otro lugar.

Vamos a ver algunas posibilidades que pudieran ser el origen de su atención:

• Quien observa a la mujer con el bebé es una mujer que está embarazada de 6 meses.
• Quien observa a la pareja es una persona que desearía tener a alguien con quien compartir su vida.
• Quien observa a quienes beben cerveza, trabajó en una asociación de alcohólicos hace un tiempo.
• Quien escucha la música del coche, recuerda el festival del verano en el que la escuchó y lo bien que lo pasó.
• Quien se fija en el pelazo es un señor que está planteándose buscar ayuda para su caída de cabello.

Y la situación es, aparentemente, la misma: na terraza al aire libre en la que una serie de personas están sentadas alrededor de las mesas que hay repartidas. Todo es cuestión de en qué ponemos nuestro foco de atención.

Y no hablemos de aquello que, de manera inconsciente, no somos capaces de distinguir. Aquello que obviamos, que evitamos por lo doloroso que nos resulta, aquello que no vemos. Pero esto ya daría para otro post.