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el 9 abril 2020

Esta crisis pasará a la historia. Si no aprendemos mucho y rápidamente de esto, el próximo virus será mucho más dañino si se propaga por el aire.

Unos dicen que vienen los fascistas, otros que los comunistas. Unos dicen que es el mejor momento para volver a estar con nuestras familias y detener una ajetreada vida, y otros hablan de la creciente dinámica de relaciones frívolas y “amigos con calidad Facebook" en que nos habíamos perdido. Unos dicen que es un buen momento para estar con nosotros mismos y otros que esta pandemia nos aísla aún más del resto. Unos que por fin podemos estar unidos, otros que no podemos ni acercarnos. Unos aplauden la solidaridad y la valentía, y otros temen el egoísmo bestial del ser humano cuando no hay para todos. Unos creen que la vida nos pide que agradezcamos a nuestros mayores lo que hicieron por nosotros, y otros que la selección natural ha decidido acabar con el creciente envejecimiento de las sociedades occidentales. Unos desprecian en bloque a los medios de comunicación manipuladores y acusan a todos los graduados en periodismo de no decir nada que merezca la pena, abanderando con orgullo que sólo se informan en las redes sociales, pasando por alto sus bulos y cobardes anonimatos. Las teorías “conspiranoicas” tienen un plus de validez en tiempos amenazantes, y parece que sus imaginativos defensores se sienten algo iluminados en estos tiempos. No quisiera ser ingenuo tampoco: todo esto servirá para hacer el bien y el mal, como siempre ha pasado desde el primer homínido que usó un palo como instrumento y como arma. Unos dicen que los gobiernos nos quieren controlar, y otros que tenían que habernos protegido con normas mucho más estrictas y, mientras tanto, los gobiernos sopesan qué grado de verdad puede soportar la población para alcanzar ese difícil equilibrio entre que pasen a la acción y que no cunda el pánico. A la vez, sus asesores, probablemente la vergüenza de la psicología social que han ayudado a convertir la política en marketing y estrategia más que en reflexión y posicionamiento ideológico estable, vigilan que ese equilibrio nunca suponga la pérdida de votantes. Unos dicen que dios nos castiga, aunque no se ponen de acuerdo en por qué. Otros que es la naturaleza. Por lo menos, parece que la humanidad se está mostrando algo menos narcisista, porque ya no se habla tanto de que podemos destruir el planeta mil veces como de que es él quien nos arrasará de un plumazo si seguimos tocándole las narices.

En una cosa estamos de acuerdo: estamos asustados. El relato que hagamos sobre esta base de miedo y para qué nos sirva dicho relato es decisión nuestra. Nunca hubo un relato que toda la humanidad haya reconocido como el único verdadero. Elige el tuyo y ten en cuenta para qué te servirá.

 

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