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el 23 diciembre 2013

Lo cierto es que no hay una única respuesta, sino que pueden haber diversos motivos por los que una persona toma la decisión de comenzar una terapia. Todas las personas nos encontramos con dificultades a lo largo de nuestra vida.

No obstante, hay determinadas ocasiones en las que nos sentimos desbordados, angustiados y no encontramos la manera de salir adelante. No hay situaciones concretas que nos hagan sentir de este modo, sino que es nuestra propia manera de vivirlas lo que determina cómo nos vamos a sentir. Es decir, no todas las personas respondemos de la misma manera ante las mismas  situaciones y, además, no todas poseemos los mismos recursos para hacerles frente. Las situaciones que pueden llevarnos a este estado pueden ser diversas: problemas en el trabajo, dificultades en la relación de pareja, pérdida de un ser querido, etc., aunque también puede ser un cambio deseado como tener un hijo, un ascenso laboral o mudarnos a una mejor vivienda, es decir, situaciones a las que necesitamos  readaptarnos. Es entonces cuando aparecen los síntomas que nos indican que algo no anda bien. Empezamos a sentir tristeza, apatía, angustia, desmotivación, miedo o cualquier otra emoción que nos bloquea. Estas emociones suelen ir acompañadas de pensamientos asociados a la incapacidad de poder reponernos y seguir adelante.

También puede aparecer irritabilidad, problemas para dormir, aumento o disminución significativa del apetito… que interfieren directamente con nuestra vida cotidiana. Para discriminar cuándo es el momento de acudir a un psicólogo, es importante tener en cuenta la duración e intensidad de los síntomas. Todas las personas sentimos las emociones descritas anteriormente en muchos momentos de nuestra vida pero, cuando empezamos a darnos cuenta de que, a pesar de nuestros intentos, no somos capaces de resolver aquello que nos provoca el malestar, quizá sea el momento oportuno de pedir ayuda. La familia y los amigos también pueden ser un buen indicador para saber cuándo acudir al psicólogo, puesto que nos observan desde fuera y pueden darnos información de cómo nos ven y alentarnos a iniciar una terapia.Así pues, podemos solicitar la ayuda de un psicólogo cuando nos encontremos con dificultades en nuestras vidas que superen los recursos personales que poseemos para sobreponernos. Es la oportunidad de que un profesional nos acompañe en el proceso de encontrar esas salidas que no estamos siendo capaces de encontrar por nosotros mismos.

Cuando los síntomas que hemos descrito anteriormente se convierten en una entidad de mayor gravedad, es cuando hablamos de la aparición de los trastornos psicológicos, que requieren necesariamente un abordaje psicológico  para poder entenderlos y hacerles frente. Algunos de estos trastornos son, por ejemplo,  la ansiedad en todas sus manifestaciones (trastornos obsesivos, fobias, agorafobia…), la depresión, los trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia, los trastornos de personalidad o las adicciones entre otros. Otro aspecto muy importante a tener en cuenta para decidir iniciar una terapia es el desarrollo personal: cuando sentimos el deseo de conocernos, de profundizar en nosotros mismos, crecer y, aunque nos encontremos bien, poder tener una vida más plena.

 

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