Veinte años tiene el Centro Valenciano de Psicoterapia. Dieciocho años cumple nuestra Escuela de Formación en Terapia Gestalt. Dieciséis años hace que colaboramos con la Universidad de Valencia realizando las Prácticas Externas en Terapia Gestalt.
En este tiempo se han formado con nosotros cientos de psicólogos y otros profesionales, así como buscadores y acompañantes. Se han abierto, han compartido sus vidas, sus puntos fuertes y sus vulnerabilidades, han desarrollado sus cualidades y su empatía, se han enfrentado a la intersubjetividad humana, se han dejado empapar y han aprendido a protegerse, a contactar y a retirarse.
Me vienen tantas historias y tantos momentos a la mente y al corazón, tanta belleza, tanto dolor… tanta confusión e incertidumbre… tanta complicidad y desconexión, tanta mentira y tanta verdad, tanta valentía, en suma…
La Gestalt, como psicoterapia humanista, comparte con el psicoanálisis la condición indispensable de trabajar en uno mismo antes de acompañar en los conflictos ajenos. [Otras terapias, como la cognitivo-conductual, no lo ven necesario, algo que nunca podré compartir.] Pero una de las diferencias entre las psicoterapias humanistas, como la Gestalt, y el psicoanálisis, es que el trabajo terapéutico en uno mismo se comparte. En psicoanálisis el trabajo personal se hace a solas con el analista; en Gestalt, sin embargo, codo a codo con los compañeros. Ambos planteamientos me parecen válidos, vaya por delante, pero para mí siempre ha tenido algo especial que la Formación en Terapia Gestalt exija que, además de la terapia individual, se requieran 600 horas vivenciales en grupo donde “los hermanos”, guiados por el terapeuta docente, compartan experiencias de todo tipo, llantos mocosos, risas felices, desconciertos, empatías, recelos, mecanismos de defensa, resistencias, y mil sentimientos e ideas que entretejen un mosaico de mutuas influencias que, a la postre, se convierten en consciencia y crecimiento.
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