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el 19 diciembre 2024

El delirio es una experiencia psicológica difícil de comprender y que genera asombro a todo aquel que observa a una persona padeciéndolo.

El delirio puede aparecer en enfermedades psiquiátricas como esquizofrenia, trastorno delirante, bipolaridad, depresión psicótica (melancolía), paranoia y demencias (Alzheimer, cuerpos de Lewy). También puede surgir en procesos médicos como delirium (estado confusional agudo por infecciones, deshidratación o intoxicaciones), epilepsia, enfermedades autoinmunes, abuso de sustancias (alcohol, drogas) y trastornos metabólicos o tóxicos.

En casos de delirios secundarios a causas orgánicas o tóxicas (no psiquiátricas) se ha de tratar la causa subyacente. En cuanto al delirio derivado de una enfermedad psiquiátrica, el tratamiento farmacológico es fundamental para poder hacer un trabajo psíquico con la persona. En función de cada caso, el tratamiento de elección que realice el psiquiatra será uno u otro.

Desde el punto de vista psicológico, es importante pensar en el delirio no solo como un síntoma de una enfermedad mental, sino como una manera en la que la persona intenta darle sentido a situaciones internas y externas que le resultan demasiado difíciles de comprender o manejar.

Para Freud, el delirio es un intento de reparar algo que se ha roto en el mundo interno de la persona. Según esta idea, el delirio aparece cuando la mente trata de lidiar con conflictos internos profundos que no han encontrado otra forma de expresarse. Aunque a los demás nos pueda parecer incomprensible e irracional, el delirio tiene una función para quien lo vive: le ayuda a poner algo de orden en el caos emocional que está experimentando. Por ejemplo, si alguien tiene un delirio en el que siente que está siendo perseguido, esto podría estar relacionado con una angustia interna o un sentimiento de culpa que no puede manejar de otra manera.

Desde un enfoque psicodinámico, cuando se trata de ayudar a alguien que tiene delirios, se escucha a la persona en busca de ver qué hay detrás del mismo y qué está tratando de comunicar. Esto permite explorar qué significados más profundos podrían estar escondidos detrás de sus palabras y creencias en forma de certezas. Con el tiempo se puede ayudar a la persona a encontrar maneras más saludables de expresar lo que siente y de reconstruir su propia narrativa en forma menos dolorosa o confusa. En lugar de juzgar o invalidar el delirio, el terapeuta trabaja junto a la persona para entender y dar sentido a su experiencia.

Entendiendo el delirio como un intento del psiquismo de reorganizarse frente al colapso interno, escuchar y comprender el delirio puede abrir la puerta a un tratamiento más humano, donde se respete la complejidad de cada individuo. En este sentido, podríamos ver el delirio como un desafío que nos da la una oportunidad de entender mejor los misterios de la mente humana.

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