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el 30 diciembre 2021

Llevo tiempo -años- peleado con las charlas motivacionales, los videos de speakers e incluso según qué libros de autoayuda. Ni siquiera puedo hablar desde el haber asistido, visto o leído mucho sobre todo esto -que algo de experiencia hay. En seguida me resisto.

Para mí, es como pretender adelgazar viendo videos de gente haciendo CrossFit.

Qué chulo, qué bien suena, cómo me motivo escuchándolos, viéndolos, leyéndolos, pero yo no muevo el culo. Yo no trabajo lo mío. Lo mío no se toca. Yo no paso por ese sufrimiento. Véase el sufrimiento en terapia como el de quien hace CrossFit para luego saborear el esfuerzo, eh.

Siempre me pregunto si en esa resistencia a prestar atención a esta gente hay una parte de celos, de envidia, de competencia. Cuando me pregunto si siento lo mismo ante un buen terapeuta, un buen profesional del desarrollo humano, un buen consultor, me queda clara la respuesta.

Pretender tener un buen físico sin pasar por lo incomodo de levantar pesas es bastante incoherente. Pretender tener un buen desarrollo personal -o de grupo- sin pasar por lo incomodo de deshacerte del peso de la mochila de experiencias relacionales es igual de incoherente.

Así que sí. Me voy a seguir permitiendo mostrar resistencia y rechazo ante los videos motivacionales, las charlas que agitan al personal, pero no se trabaja nada, y los libros de autoayuda que ofrecen que en esas líneas está tu solución.

Es tan palpable al trabajar con grupos, en el directo, cómo la gente atiende, conecta y trabaja escuchando al otro, cuando ese otro está conectado, trabajando, atravesando lugares oscuros, ordenando ideas, quitándose peso de la mochila, que hace demasiado evidente que esto del desarrollo personal sólo funciona yendo a ese gimnasio emocional llamado terapia, llamado consultoría. Trabajando de verdad, con contacto.

Para trabajar de verdad hacen falta unas condiciones, que no se limiten a simplemente escuchar, ver o leer. Una intención, un objetivo, y un trabajo activo de quien esté dirigiendo la sesión. Hace falta un otro que te haga levantar pesas. Hace falta contacto.

En el trabajo pasivo dejaremos que los mecanismos de evitación, que lo inconsciente, que la falta de contacto haga de las suyas. Y así, nada cambiará.

Ve al gimnasio. Ven a terapia.

 

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