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el 19 julio 2023

Por supuesto, es bueno tener la capacidad de perdonar y desde luego, es bueno realizar el trabajo psíquico necesario para que el perdón tenga lugar. De todas formas, antes de entrar a valorar las bondades del perdón, vamos a pensar qué implica perdonar exactamente.

Perdón, culpa y castigo están muy relacionados. Si uno tiene que perdonar a alguien es porque ese alguien le ha infringido algún tipo de daño, sea físico o moral. De esta manera, tenemos por un lado a una persona que agrede y, por otro, a una persona que se siente agredida. Este, es el vínculo que les une, el de agresor y víctima.

Es normal que cuando nos sentimos o nos vemos agredidos surjan sentimientos de hostilidad, de rabia, de enfado en nosotros hacia la persona que nos agrede. Está bien, son sentimientos de autodefensa que nos hacen rechazar lo que nos daña. Ahora bien, rememorar a cada instante el daño sufrido perpetúa la angustia. 

Lo interesante de perdonar, es que el vínculo agresor-víctima se rompe en cierto modo. Perdonar nos hace sentir bien porque nos liberamos de que la agresión nos acompañe continuamente. Cuando perdonamos, dejamos de estar atados al resentimiento que hace que el dolor siga presente y nos permite aceptar la situación, viviendo el presente con mayor tranquilidad.

Perdonar, implicaría entonces, cerrar la herida, darle un nuevo significado al daño que nos han infligido, y por lo tanto, dejamos de estar en estado de alerta y autodefensa.

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