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el 31 julio 2022

El perdón es una decisión voluntaria y consciente. La persona decide realizar un cambio de actitud y, por tanto, de conducta, pasando de lo destructivo a lo constructivo. Nos libera de sentimientos desagradables como el rencor, la ira, el resentimiento o el dolor.

La palabra perdón proviene del latín per, que significa persistir en una acción y donare, que significa donar, dar. Así que perdonar, es un acto de seguir dando, necesario para que una buena relación se restablezca.

Cuando uno se siente arrepentido puede pedir un perdón honesto. Con el arrepentimiento se experimenta una pena por lo que se ha dicho, hecho o por haber causado un mal. Se requiere de una persona sensible a los otros, una persona que hace un examen de su vida y se para pensar. Para ello, vivir en un mundo acelerado o llenarse de distracciones no ayuda.

De igual modo, no ayuda que la persona sea orgullosa. El orgullo es enemigo de esta capacidad de pedir perdón. La humildad por contra, hace que la persona pueda bajarse de su pedestal y reconocer su error.

Tanto como de humildad, necesitamos de valor para hacer posible el proceso de reconciliación. A veces el arrepentimiento queda en el fuero interno de la persona y no lo exterioriza, perdiendo oportunidad de mostrar su pena por lo ocurrido y facilitar el acercamiento. Cuando esto sucede, cuando uno se siente arrepentido y pide perdón, para que sea completo, uno tiene que tener la voluntad de reparación del daño si es posible y la voluntad de poner su esfuerzo para que no vuelva a suceder. Y para que sea creíble es necesaria la prueba del tiempo.

Pese a las bondades del perdón no siempre es posible o viable. A veces el dolor es tan grande que uno simplemente no puede. Otras veces se necesita tiempo para calmar el daño y quizás en otro momento, poder hacerlo. 

 

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